viernes, 2 de septiembre de 2022

Se buscan líderes de Conciencia Integradora.


 Este video se corresponde a la Serie Didáctica ENERGÍA, CONCIENCIA Y EVOLUCIÓN.

En el estadío de conciencia Integradora, la voluntad del Alma toma, progresivamente, el timón de los holones de conciencia. Un punto donde los más increíbles impedimentos, limitaciones y circunstancias, no consiguen doblegar “el propósito” que la intuición ha capturado y el corazón ha unido.

viernes, 26 de agosto de 2022

Conciencia Sensible. El poder de la entrega. Luces y Sombras.


 Este video a la Serie Didáctica ENERGÍA, CONCIENCIA Y EVOLUCIÓN.

En esta instancia, el holón de conciencia sensorio alcanza la percepción, conocimiento y experiencia de “la entrega” o, simplemente, el “amor de la abundancia”: “entrego lo que los otros necesitan”; en oposición al “amor de la carencia”: “pido lo que necesito, si lo obtengo, me siento amado”. Te invito a una conversación sobre luces y sombras del estadío de Conciencia Sensible.

domingo, 1 de mayo de 2022

Estadio Conciencia Tribal. El poder de pertenecer para la supervivencia.


En el estadío Tribal, el “poder creador de la conciencia humana” integrará la necesidad de pertenencia para la supervivencia. En lo social, emerge con los primitivos agrupamientos humanos. En lo individual, los primeros años del infante y las etapas evolutivas donde se experimenta una fuerte indiferenciación y dependencia respecto de “alguna matriz”.

viernes, 1 de abril de 2022

Todo es energía. El secreto mejor guardado. ¿Por qué?

 


En esta conversación te propongo revelar el secreto mejor guardado, porqué lo hicieron, quiénes lo ocultaron, y también lo más importe darnos cuenta que comprender la vida humana, cotidiana y social, como flujos de energía cambiaría radicalmente nuestra percepción, comprensión y experiencias de todo

domingo, 19 de marzo de 2017

Conciencia, Energía y Manipulación Mediática

Margarita Llada. El Poder Creador de la Conciencia, Argentina, editorial Dunken, 2013. Páginas 51 a 53.
En esta nota comparto un extracto del libro,  El Poder Creador de la Conciencia, 
Mafalda del Quino
donde me refiero a cómo y por qué la desbocada Conciencia Egocéntrica que subyace en el Sistema Dominante, utilizando los medios y la opinión pública, crea fuerzas poderosas que manipulan la mente y las emociones con el inconfesable propósito de concentrar la energía humana y planetaria. 

“Los métodos para organizar la energía han tenido una expansión fenomenal durante el siglo XX. De la mano del crecimiento de las comunicaciones, las posibilidades concretas de influir en la mente y las emociones de individuos y grupos adquirieron un protagonismo inaudito en la vida humana.

Es impensable abstraerse del influjo de la publicidad, de las movilizadoras noticias, de la influencia de formadores de opinión, de los imaginarios que moldean lo cultural.

A modo de ejemplo. Observemos como las fuerzas organizadoras de las realidades actuales generan deseos, expectativas y consenso en la opinión pública con el propósito de “obtener el máximo beneficio para sus productores”. Por todas partes publicidades, discursos económicos y políticos anuncian subliminalmente: “todos pueden –potencialmente– acceder a estándares de vida elevados” “los beneficios del progreso están al alcance de todos por igual”.

Me pregunto, ¿se desconoce que para la mayoría de la población mundial (más del 50%) resulta, literalmente, una quimera acceder a dichas propuestas? ¿Y qué con los modos de extracción, producción, distribución, consumo y desechos reinantes sería ciertamente insostenible? Como sabiamente lo expresó Mahamad Ghandi en 1948: “Si la India aspirara a que todos sus habitantes posean el nivel de vida del Reino Unido, necesitaríamos dos planetas”.

Numerosas organizaciones sociales indican que más de la mitad de la población mundial transcurre su existencia en condiciones de pobreza absoluta o relativa: sin trabajo remunerado, sin viviendas dignas, en condiciones de insalubridad, en estado de desnutrición, con dificultades de acceso a la educación. El sentido común indica que el número crecerá aceleradamente como consecuencias de la escalada de “ajustes y recortes” en todo el planeta.
Sin embargo, cotidianamente, se incrementa la publicidad (referida a cualquier producto o servicio) exhibiendo suntuosas casas y piscinas, personas con “figura perfecta”, coches espectaculares, placeres inasibles. Las representaciones simbólicas de posibilidades irreales nos avasallan.

En la privacidad de nuestro hogar o en la calle o donde transitemos, somos prisioneros de propuestas intempestivas, confusas y engañosas que aspiran a convencernos de lo imprescindible, o beneficioso, que es ceder a los estímulos del consumo. Otros utilizan ingeniosas sutilezas en procura de consenso o adherencia a tal o cual opinión.

¿Qué rol tenemos en la organización de estos intercambios energéticos? ¿Cómo participamos en la creación de las fuerzas organizadoras de la realidad? Cada uno de nosotros desempeña algún rol en la organización de lo percibido (rol en un grupo, cultura o sociedad) que garantiza cierta dinámica de los intercambios energéticos dentro de algún el estadío de conciencia. Todos, de alguna manera, participamos en la creación de la realidad: respondiendo instintivamente, deseando, significando, simbolizando o siendo generadores.

Una parte de la población educada, los intermedios, entre el 35 al 45% de los habitantes del planeta estamos inmersos en los sistemas educativos, por lo tanto, recibimos formación –implícita o explícita– en técnicas para el “manejo de lo simbólico”. Somos nosotros, “los educados”, quienes tenemos posibilidades (por las habilidades adquiridas) de desempeñar roles de comprensión o de significación o, eventualmente, de generación de las realidades percibidas.

Más allá de “aisladas” excepciones, en la estructura profunda de los sistemas educativos vigentes subyace el estadío de conciencia Egocéntrica. Ellos promueven el desarrollo de “destrezas” para crear y simbolizar realidades que dinamicen la energía hacia: la concentración individual, en oposición a la distribución colectiva; la acumulación en el corto plazo, a expensas del equilibrio en largo plazo; lo perentorio, sobre lo perenne; la manipulación, en detrimento del correcto fluir.

Detrás, y distante de la visión pública, existe un escaso grupo: menos del 3 % de la población mundial: un selecto linaje y hombres de poder que ocupan roles de generadores de la realidad percibida por la conciencia colectiva.

Según su intencionalidad, dinamizan los intercambios de energía –entre los seres humanos y en el planeta– mediante: imaginarios, símbolos, mitos e ideologías; el control de los Estados y Organismos Internacionales; las teorías que subyacen en los sistemas políticos, jurídicos, educativos, económicos, monetarios y financieros.

La fuerza, dirección y propósito, del actual minúsculo grupo dominante, transita el estadío de conciencia Egocéntrica, por ende, tienen la intencionalidad de concentrar la energía en torno a sí mismos. Los artificios para lograrlo son múltiples: el entramado avasallante de mensajes simbólicos; irresolubles conflictos; difusión capciosa de “secretos esotéricos”49; propagación del miedo; etcétera.

Afortunadamente, resulta alentador el impacto que, en múltiples ámbitos, provoca el progreso en conciencia de muchos seres humanos. Desde lo educativo, empresario, social, religioso, jurídico y político, nuevos estadíos de conciencia pujan provocando inestabilidades y transformaciones en los resistentes sistemas vigentes. Al presente, muchos están desempeñando roles (de comprender, simbolizar y generar) en la organización de las realidades percibidas –dentro– de estadíos de conciencia más evolucionados que la Egocéntrica.

¿Cómo, cuándo y por qué emergen determinadas las fuerzas poderosas? ¿Por qué toman una dirección específica? ¿Cuál es su propósito o finalidad? ¿Cómo se organiza la vida colectiva e individual entorno a ellas?

Quizás, iluminando detrás del telón de lo aparente, encontremos cómo lo subjetivo se representa en lo objetivo. Tal vez, descubramos que podemos ser productores, directores y actores lúcidos de la obra prima: la evolución de la especie humana.”

viernes, 4 de marzo de 2016

El objeto de la justicia: la distribución equitativa

Aristóteles (384 - 322 A.C), un filósofo perenne cuyo pensamiento sobre el Derecho y la Justicia pueden iluminar los obnubilados discernimientos de nuestro tiempo.

Imagen tomada de Internet con fines didácticos
Para Aristóteles “la justicia incluye a todas las virtudes”, en tanto, “el ejercicio de estas virtudes en función de su utilidad social”, a modo de ejemplo, si entendemos que el coraje es una virtud, esta adquiere sentido en “la práctica del coraje para defender el bien común”.

Además esa virtud debería tener como finalidad, objeto propio de la virtud, “dar a cada uno lo suyo -suum cuique tribuere-“, es decir, efectuar un reparto conveniente, que no atribuya a cada uno ni más ni menos de lo que exige una medida recta, una cierta “igualdad” (ison).
Así, el pensamiento aristotélico gira en torno a su “teoría general de la virtud como un justo medio”. En la justicia ese “justo medio” se encuentra en distribuir a cada uno una cantidad ni demasiado grande ni demasiado pequeña, sino intermedia entre ambos excesos (medium rei).
Para practicar este “médium rei”, Aristóteles desarrolla dos conceptos de justicia, la “distributiva” y la “conmutativa”.

La “justicia distributiva” tiene por finalidad la distribución de los bienes, honores y cargas públicas entre las personas según las responsabilidades, aptitudes y aportaciones que cada uno realice a la “polis”. Según este concepto de “justicia distributiva” los honores, los salarios, los bienes, etcétera que se distribuyan a cada persona deben guardar relación con lo que cada uno de ellos aporta al bien común.

Por otra parte, en caso de que ocurran des-equilibrios en la práctica de la “justicia distributiva” ello debería corregirse mediante el principio subsidiario de “justicia conmutativa”, es decir, será necesario que el legislador “calcule una restitución igual al daño sufrido”.

El eminente Filósofo del Derecho Michel Villey (1914-1988) sostiene que en estas ideas de Aristóteles podemos encontrar los fundamentos que deberían primar en el Derecho Público (la “justicia distributiva”) y en el Derecho Privado (el principio de reparación o “justicia conmutativa”).

Resulta evidente que, retomar estás ideas sobre la “justicia distributiva”, resulta “poco conveniente”  a las inescrupulosas prácticas de “inequidad y concentración de la riqueza” que subyacen en la dinámica de los actuales sistemas políticos, sociales y económicos.

Margarita Llada


miércoles, 16 de diciembre de 2015

Macri, abuso de poder y avasallamiento a la democracia

El artículo. 99, inciso 19 de la Constitución Nacional dice "Puede llenar las vacantes de los empleos, que requieran el acuerdo del Senado, y que ocurran durante su receso, por medio de nombramientos en comisión que expirarán al fin de la próxima Legislatura."
Es obvio que los ministros de la Corte Suprema no son empleados del Presidente. 
Un DNU que arrasa con la División de Poderes y las supuestas intenciones de generar consensos que enunció Macri.
Una medida, a todas luces, política y jurídicamente incorrecta. ¡Inadmisible!

domingo, 15 de noviembre de 2015

Matanza en Francia y exterminio en Medio Oriente: la humanidad en llamas

Amigos de este blog, no puedo dejar de expresar mi sentimiento de  indignación, dolor e impotencia por la matanza en Francia. Tengo en mi corazón la contradicción irresoluble, entre el dolor por la matanza en Francia, y al mismo tiempo, no puedo dejar de sufrir por las miles de personas que, diariamente, son asesinadas, mejor dicho exterminadas, en Medio Oriente.
Nos horrorizamos frente a la matanza en un "país central de Occidente" pero asistimos indiferentes a las matanzas sistemáticas provocadas por los países centrales de Occidente en Medio Oriente, al dolor indignante de millones de personas (niños, jóvenes,  mujeres embarazadas, ancianos) que huyen despavoridos de los estragos de la destrucción y el desamparo. Yo soy Francia, pero también soy los refugiados, los abandonados, los desprotegidos, yo soy simplemente demasiado humana.
Desde en minúsculo espacio, clamo para que los líderes del mundo reflexionen: la humanidad esta en llamas.
Margarita Llada



El sentido común: el menos común de los sentidos

Algo caracteriza a nuestra época: la falta de sentido común. Por doquier observamos el sin sentido. La ausencia de coherencia entre pensar, sentir y actuar.
Lo irracional –lo que no tiene lógica– es naturalmente aceptado; lo evidente se desvanece en justificaciones incomprensibles e insondables motivaciones (ambición, codicia, menosprecio, etcétera.)
No otorgamos lugar a lo obvio, a lo que simplemente nos indica el sentido común.

Cuando lo obvio resulta invisible

Me pregunto: ¿Es necesario luchar en defensa del ambiente? ¿No es obvio que si descuidamos el único hogar que poseemos no tendremos donde habitar? ¿No resulta evidente que el modelo económico actual genera marginalidad creciente? ¿No es obvio que los intercambios económicos y financieros, tal como están planteados, conducen a un colapso inevitable? ¿No es obvio que toda persona tenga derecho a los “derechos humanos”? Seguro, usted podrá acrecentar esta lista de preguntas: con respuestas obvias.
No se requiere ser un gran científico, o gurú, para darse cuenta de lo que el “sentido común” nos revelaría. En lo cotidiano se toman decisiones de las cuales derivan acciones u omisiones.
La instancia donde se llega a la decisión final –acción u omisión– suele estar azuzada por las más insondables motivaciones. Deberíamos estar atentos: la no acción es acción, como tal, también implica una decisión.
Las decisiones pueden ser conscientes o inconscientes. En muchas oportunidades ejecutamos nuestras acciones en piloto automático –inconscientemente–, en apariencia, prescindimos del proceso expreso de “tomar la decisión”.
El sentido común es “mi sentido común”, por lo tanto, es una experiencia intransferible. Sin embargo, me permito sugerir algunas pautas para evaluar cuándo una decisión que hemos tomado (por acción u omisión) tendría –o no– “sentido común”.
Llegada la instancia de la decisión y consecuente acción –de hacer o no hacer– ¿Cómo podríamos evaluar si hemos utilizado el sentido común?

¿Cómo podríamos evaluar si hemos utilizado el sentido común?